lunes, 25 de febrero de 2008

Bicentenario de la independencia de Colombia

------------------------------Armando Martínez Garnica, presidente de la Academia de Historia de Santander.

Iniciativa ciudadana
AGENDA DEL BICENTENARIO
2008-2010
Lanzamiento: Bucaramanga, lunes 25 de febrero de 2008. Universidad Industrial de Santander.

Instituciones invitadas:
Academia Colombiana de Historia
Universidad Nacional de Colombia, sedes de Bogotá y Medellín
Academia de Historia de Santander

¿Celebrar o conmemorar?
El 2 de mayo de 1808, dos carruajes se detuvieron frente al palacio real de Madrid. Una muchedumbre ansiosa se congregó y, al ver asomado a la ventana al más joven de los hijos de Carlos IV, creyó confirmada su sospecha sobre una eventual huida de la familia real hacia sus dominios americanos. Fue entonces cuando se lanzó contra un ayudante de campo del mariscal Murat y desencadenó un motín popular que terminó con dos centenares de españoles muertos, más otros tres centenares que fueron fusilados por las tropas francesas de ocupación. Este violento acontecimiento marca, en la memoria histórica de Iberoamérica, el comienzo de una de las guerras napoleónicas en la Península, mejor conocida en ésta como guerra de independencia. Casi cuatro años después, y en medio de un terrible conflicto que terminó dejando un cuarto de millón de muertos españoles, la promulgación de la Constitución de Cádiz anunciaba una revolución política en la nación española que fue definida como “la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”.
Estos casi cuatro años transcurridos entre el 2 de mayo de 1808 y el 19 de marzo de 1812 fueron cruciales no sólo para la Península, sino para toda la América que por tres siglos había sido dominio de las Coronas de Castilla y Portugal. Casi todos los procesos de independencia de los reinos y capitanías americanas se iniciaron en este período, prolongándose hasta bien entrada la década de 1820 su cristalización exitosa en nuevos estados nacionales soberanos, después de muchas guerras civiles y de la emergencia del proyecto revolucionario.
A 200 años de este complejo proceso social que cambió para siempre la Península y América, algunas voces convocan a “celebrar” lo acontecido. Pero, dado que esta acción de congregación de las personas históricamente se asoció a festejos de diversa índole, es fácil provocar disensos en torno a esta convocatoria, pues el costo humano y material de las guerras de independencia no deja de suscitar espanto. Por ello es preferible hablar de “conmemorar” para construir consensos iberoamericanos. En efecto, en cada uno de estos cuatro años nos encontraremos con muchas personas, en muchos espacios, para recordar conjuntamente. Recordar significa volver sobre el camino recorrido para examinarlo y luego insistir en él, como rumbo hacia un destino recordado. Así, la memoria de estos años tiene que ser un volver sobre el destino común original que fue elegido hace 200 años: construir naciones modernas de ciudadanos gobernadas por estados de origen constitucional. Este es nuestro destino común, y mientras más lo recorramos con plena conciencia, más grande pueden llegar a ser esos estados nacionales. La elección de un estado nacional como meta de un destinar es decidirse a poner firmemente en pie esa unidad de sobrevivencia social que caracteriza a la Época Moderna. La Humanidad se divide hoy en 202 estados, y cada uno de ellos lucha por fortalecer su autoridad y construir una nación de ciudadanos. Desde hace 200 años, los poderes de todos los estados iberoamericanos se obstinan por establecerse firmemente, pese a las adversidades y vicisitudes, y por incluir a la mayor parte de sus poblaciones en sus cuerpos ciudadanos.
Cada destinar de un estado nacional tiene una historia, es decir, un acontecer colectivo. La comprensión de lo acontecido a cada estado nacional es la ciencia histórica, cuya finalidad es impedir que las acciones de los hombres se desvanezcan de la memoria. Pero las representaciones de esta ciencia, derivadas de la crítica de las fuentes disponibles, tienen que coexistir socialmente con las actualizaciones de la memoria que son usadas para justificar proyectos políticos de cada momento. Estas seudohistorias son un abuso de la historia por cuanto no buscan comprender lo que aconteció sino convencer a sus contemporáneos de la bondad de la acción política que proponen a sus contemporáneos. Ejemplos de estos abusos son el Centro Nacional de Historia que en Caracas se presenta como el “ente rector de las políticas de la historia nacional y de la memoria colectiva del pueblo venezolano”, o la página no oficial www.albicentenario.com que en Colombia promueve acciones conmemorativas como parte de la agenda opositora del Polo Democrático contra la Administración Uribe.

Una larga tradición conmemorativa
En el acta del cabildo extraordinario reunido en la ciudad de Santafé durante la noche del 20 de julio de 1810, cualquier colombiano de hoy puede leer que en la Junta que allí resultó organizada fue depositado “el gobierno supremo del Nuevo Reino de Granada”. Esa Junta fue comisionada para elaborar la primera carta constitucional republicana, en concierto con los diputados de todas las otras provincias del Reino y “sobre las bases de libertad e independencia” de todas ellas, que en adelante deberían ligarse por un sistema federativo, cuya representación residiría en la capital. Todos los diputados aclamados para integrar esta Junta Suprema del Reino juraron, poniendo la mano sobre los Santos Evangelios, obedecer la Constitución que se redactaría y “conservar la libertad e independencia de este Reino en los términos acordados”, y después tomaron posesión en sus empleos los nuevos funcionarios de gobierno escogidos por “la soberana voluntad del pueblo tan expresamente declarada en este día”. Esa noche había ocurrido una revolución política caracterizada por la transferencia de la soberanía, antiguo patrimonio de la familia real española, al pueblo de las provincias neogranadinas, al menos mientras Fernando VII pudiese ser liberado de su retención en Francia y vuelto a su trono usurpado.
Cinco semanas después, el 27 de agosto de 1810, los dos editores del Diario Político de Santafé de Bogotá – José Joaquín Camacho y Francisco José de Caldas -, anunciaron en su prospecto inaugural que afianzarían “la libertad y la independencia” por medio de la imprenta, advirtiendo que el día 20 de julio de 1810 se había “conquistado nuestra independencia” por la organización de una Junta en la que fue depositada la autoridad suprema. Un año después, según anotó en su Diario de noticias particulares el sastre José María Caballero, se conmemoró el primer año de “la revolución e instalación de la Suprema Junta” con luminarias puestas en toda esta ciudad, tedeum en la Catedral, parada militar con banderas y descargas de cañones en la Huerta de Jaime.
En Cartagena de Indias, los editores de El Argos Americano publicaron en su segunda entrega, del 24 de septiembre de 1810, un artículo titulado “Independencia de la América” en el que copiaban algunas observaciones sobre la “próxima independencia” que ocurriría en este continente, convertido en “el teatro de importantes acontecimientos”, y sobre la manera como sería recibida en Francia e Inglaterra. Dos años después, cuando el impresor Diego Espinosa de los Monteros editó un debate entre El Curioso, El Amante de sus Derechos y otras personas sobre el tema de la separación de poderes en el Estado de Cartagena, todos dataron sus ponencias en el año de 1812, calificándolo como el “segundo de nuestra independencia”.
Esta tradición contable del tiempo republicano fue afianzada en la República de Colombia: todas las entregas del primer año de la Gazeta de Colombia, comenzadas en la Villa del Rosario de Cúcuta el jueves 6 de septiembre de 1821, agregaron a su data la indicación de que se trataba del Año 11º de la independencia. El coronel Domingo Caicedo, presidente de la Cámara de Representantes del año 1823, clausuró las sesiones ordinarias expresando esta tradición de la cronología republicana: según su autorizada opinión, esta legislatura del año 13º de la República [1823] se había esmerado por remover “las causas que nos han abismado en el colmo mayor de males a que llegamos el año 6º [1816]”
[1]. El 20 de julio de 1823, el redactor de la entrega 37 del periódico El Patriota escribió: “Hoy contamos trece años de esfuerzos para hacernos independientes de España. A una hora como ésta (las 9 del día) éramos todavía el año 1810 colonos de los españoles; de entonces a hoy, ¡cuántos sucesos de toda especie hemos presenciado! Hoy es un día de recuerdo muy grato para los antiguos patriotas que trabajaron con audacia en derrocar el pode godo en este país”. En consecuencia, convocó a los colombianos de ese tiempo a recordar “el aniversario de la revolución de Santafé de Bogotá con las mismas emociones de contento y regocijo con que nosotros lo hacemos en este día”. El 10 de agosto siguiente, El Patriota recordó que este día se contaban apenas cuatro años “de la restauración de la libertad en la capital de la antigua Nueva Granada”, pues el 10 de agosto de 1819 fue el día en que el Libertador entró a Santafé, tres días después del resultado de la batalla de Boyacá. Lo acaecido en los “campos gloriosos de Boyacá” no era, en su opinión, más que una “restauración” de la independencia de 1810. Un año antes, Vicente Azuero había escrito en la primera entrega de su periódico La Indicación un artículo titulado “20 de julio de 1822”, en el cual se decía que en este día los bogotanos conmemoraban “los 12 años en que desplomó el imperio del rey Fernando en la capital de la república y que se cantaron en ella los primeros himnos a la libertad”.
Los testimonios documentales no dejan duda alguna: 1810 fue, en el Nuevo Reino de Granada, el año de la independencia, de la transferencia de la soberanía del monarca español cautivo a unas juntas provinciales que reasumieron en sí la soberanía popular. Esta fue la representación que compartieron sus contemporáneos, en todas las provincias de su jurisdicción, y la que mantuvieron, como tradición, las generaciones posteriores que anualmente conmemoraron con diversos rituales cívicos, religiosos, militares y escolares, la independencia. Se recuerdan especialmente las conmemoraciones de 1872, narrada por José María Cordovez Moure - en la que el presidente Murillo Toro terminó su alocución con un viva a la independencia -, y la del Centenario de 1910, que tantos eventos reunió en todos los municipios del país, dejando hasta hoy el legado de los parques de “la independencia” o “del Centenario”.
Pero hoy, cuando sólo restan tres años para la conmemoración bicentenaria de la independencia, los planificadores del desarrollo nacional han introducido una representación anacrónica en sus cálculos. En el primer párrafo del resumen ejecutivo del documento oficial publicado por el Departamento Nacional de Planeación bajo el título de Visión Colombia II Centenario, 2019, se lee lo siguiente: “El 7 de agosto de 2019 Colombia celebrará dos siglos de vida política independiente”. Con tal supuesto, el cálculo planificador de la actual Administración del Poder Ejecutivo nacional mira hacia el año 2019 y lo presenta como el de la conmemoración bicentenaria de nuestra independencia, que es lo mismo que decir “vida política independiente”.
Como el acontecimiento que le ha servido al Departamento Nacional de Planeación para tal cálculo es la batalla librada el 7 de agosto de 1819 en el puente de Boyacá, dejemos que sea el general Carlos Soublette quien nos diga, en el parte que firmó al día siguiente en Ventaquemada, si efectivamente se trató del ingreso a “la vida política independiente”. En su parte apenas se reconoció una “memorable jornada”, de incalculables ventajas conseguidas para la República, pero sólo una “gloriosa victoria obtenida”. En definitiva, un triunfo decisivo de las tropas del Ejército Libertador, pues “pocas veces había combatido con tropas tan disciplinadas y tan bien mandadas”.
Quizás sea mejor que el general Simón Bolívar, quien ya había sido nombrado presidente de Venezuela en Angostura, quien nos diga cómo se representó a sí mismo esta “memorable jornada”. En el Copiador de Órdenes que Alejandro Osorio abrió en Santafé, el 11 de agosto de 1819, el libertador dictó el siguiente encabezamiento a su decreto de devolución de bienes secuestrados:

Restablecido felizmente el Gobierno Liberal de la República, por la fuga de los tiranos que la oprimían, para dar un día de consuelo a los fieles hijos del país, que han gemido por su horrible depredación, he determinado a mi ingreso en esta capital….

No hay duda alguna: la gloriosa jornada del 7 de agosto de 1819 no fue un ingreso a la “vida política independiente” de Colombia, sino apenas el “restablecimiento del gobierno liberal”, la restauración de la Primera República de 1810. Pisoteada por alguna historiografía espuria que la rebajó a la condición de “patria boba”, la Primera República ya tenía en su haber nueve cartas constitucionales de estados provinciales y un Acta de federación reformada un par de veces, más una experiencia política de un quinquenio sin la cual no habría sido posible la redacción de la Carta de la villa del Rosario de Cúcuta en 1821. Todos los despachos firmados por el general Bolívar en su cuartel general de Santafé después de la batalla de Boyacá agregaron a sus datas la cifra 9º, indicando que 1819 era considerado por él como el noveno año después de la independencia.
[2]
El 21 de septiembre de 1819, cuando el libertador regresó a Venezuela con el ejército libertador de la Nueva Granada, entró en posesión de la vicepresidencia de la Nueva Granada el general de división Francisco de Paula Santander. En su discurso de posesión dijo entonces que la batalla de Boyacá no había sido más que la “regeneración” de la libertad que los granadinos habían perdido en 1816 por obra de “la apatía, de la confianza, de la intriga y la desunión”. Se trataba entonces de una “restitución” de la libertad que había sido prometida por él en Casanare a comienzos de ese año. En consecuencia, lo que seguía no era más que el esfuerzo de mantener a la Nueva Granada en “el catálogo de los pueblos libres”, evitando una nueva servidumbre por cuenta de los vicios políticos que a sus ojos explicaban la derrota de 1816.
En la Relación sobre las acciones del general Simón Bolívar en la campaña de la Nueva Granada de 1819 que escribió y publicó el general Santander en 1820, advirtió su autor que en ella no hablaría de los sucesos acaecidos desde 1810, sino “sólo del restablecimiento de la República de Nueva Granada en 1819”. Para este fundador de Colombia, la victoria de Boyacá no había sido más que un “restablecimiento” del régimen republicano inaugurado en 1810, pues apenas le había “restituido” a una parte del pueblo neogranadino su libertad. En esta Relación, informó sobre las once provincias que entre 1810 y 1816 se habían visto “reunidas bajo el gobierno de la República”.
Al conmemorarse los cuatro años de la entrada del Libertador a Santafé, el redactor del periódico El Patriota escribió, en la edición conmemorativa del 10 de agosto de 1823 (Nº 40), lo siguiente: “Contamos cuatro años hoy de la restauración de la libertad en la capital de la antigua Nueva Granada…”. Era el mismo sentido que le había dado Bolívar a su entrada a la capital después de la victoria de Boyacá.
Si se examinan los balances contemporáneos de lo que significó la experiencia de la Primera República (1810-1816). En su primer informe administrativo como secretario del Interior y Justicia, presentado al vicepresidente Santander el 31 de diciembre de 1819, Estanislao Vergara hizo un balance –desde la perspectiva de un santafereño- de la experiencia de la Primera República:

Ante los sucesos de Bayona, las provincias se erigieron en soberanas y por mucho tiempo carecieron de un gobierno general que las uniese a todas. Y cuando al fin lo establecieron, no le concedieron pleno vigor y actividad. Incluso cuando centralizaron los ramos de hacienda y guerra quedaron los gobernantes generales en la misma impotencia porque los gastos de cada gobierno provincial eran superiores a sus ingresos, y no había fondos suficientes para sostener y armar ejércitos. De este modo, “la consunción, la debilidad, llevaron al sepulcro a nuestra anterior República, quedando todos convencidos que el federalismo, por muy perfecto que sea, no era conveniente en estos países y en aquellas circunstancias.

Pero la mayor experiencia fue la de que había que aprender a mandar un pueblo “que repentinamente ha mudado su forma de gobierno”, pues en estos casos hay que mantener el imperio de las leyes anteriores que mantenían el orden. Resulta así un gobierno mixto y complicado, que trae muchos inconvenientes. Teniendo a la vista la experiencia de la Primera República, Bolívar decretó la permanencia de las instituciones que gobernaban a los pueblos: un Tribunal Superior de Justicia reemplazó de inmediato a la Real Audiencia, con sus mismas atribuciones. El tribunal de cuentas siguió gobernándose por las leyes de Indias. El superintendente de Hacienda ejerció sus funciones conforme a la ordenanza de intendentes de México. Todas las rentas fiscales fueron conservadas. Y estableció un gobierno fuerte y enérgico en la Nueva Granada, con atribuciones ejecutivas muy amplias.
Por su parte, el coronel José María Vergara presentó ante el Congreso de Angostura, el 12 de junio de 1819, actuando como diputado de la provincia de Casanare, el siguiente balance:

Los pueblos de la Nueva Granada estaban acostumbrados a sufrir en silencio el despotismo, la insolencia y la arbitrariedad de virreyes y gobernadores españoles. La revolución los puso en situación de mejorar su suerte; ellos eligieron un gobierno popular, gozaron por seis años del derecho de mandarse a sí mismos, tuvieron constituciones liberales, comercio libre, libertad de imprenta, sacudieron el yugo inquisitorial, y sus representantes tuvieron un miramiento que puede llamarse criminal en imponer contribuciones; jamás se derramó por el Gobierno republicano una sola gota de sangre, y su filantropía llegó a ser tanta que fue la ruina de la República... Ellos conocen ya los defectos del Gobierno que tenían sin olvidarse de la Libertad que disfrutaron. Maldicen la debilidad de sus antiguos gobernantes, pero conservan una memoria grata de su sistema
[3].

Por estos antecedentes, aconsejó al general Bolívar proceder con prudencia en su campaña libertadora de la Nueva Granada, evitando toda arbitrariedad, restableciendo los gobiernos provinciales “provisionalmente como estaban el año de 16, es paso que exige la necesidad de poner un gobierno, y ninguno es más justo que el que eligieron los mismos pueblos y al que se habían acostumbrado”.
No hay duda alguna: la independencia de 1810 es el acontecimiento fundador del estado nacional en la antigua jurisdicción del Nuevo Reino de Granada, tal como se ha conmemorado por muchas generaciones durante 197 años. Pero, dada la postura ambigua de la actual administración del Poder Ejecutivo, es preciso lanzar una iniciativa ciudadana, guiada por una agenda, para la conmemoración bicentenaria de la independencia nacional. Dos academias de historia y dos universidades públicas convocan a esta iniciativa ciudadana, puesta en manos de los profesionales de la historia que agrupan entre sus filas.

Agenda conmemorativa de contenido iberoamericano
Los estados nacionales normalmente establecen alianzas entre sí para realizar sus singulares destinos. La Comunidad Iberoamericana de Naciones es una propuesta política de alianza de los 22 estados que resultaron del proceso histórico que se puso en marcha en 1808 en los dominios de las antiguas monarquías de España y Portugal. Por compartir tres siglos de experiencia acontecida bajo los dominios de estas monarquías, portan similares tradiciones culturales que facilitan los diálogos y acuerdos para formar esta alianza, pero también las resistencias que oponen los cálculos políticos de sus dirigentes. Avances y retrocesos son entonces los movimientos del proceso histórico de esta propuesta política. En esta circunstancia, el quinquenio 2008-2012 será para todas las naciones iberoamericanas unos años de acciones conmemorativas. Como toda acción conduce la actividad humana hacia un efecto o una realización, las acciones conmemorativas deben conducir a unos efectos y a unas realizaciones bien calculadas. Este cálculo debe establecer con precisión los efectos o las realizaciones de cada acción conmemorativa.
Toda acción es una comunicación dirigida a los otros, y toda comunicación no solamente es una transmisión de una información sino la imposición de determinadas conductas. En consecuencia, todas las acciones conmemorativas de los bicentenarios son comunicaciones de significativo contenido historiográfico que imponen conductas. Desde la perspectiva del proyecto de una comunidad iberoamericana de naciones, las acciones conmemorativas del quinquenio 2008-2012 deben entenderse como comunicaciones dirigidas a imponer unas conductas y actitudes que en vez de ser simplemente nacionalistas sean también iberoamericanos, es decir, consciente y sentimentalmente encaminadas a facilitar una mayor integración iberoamericana. Hay que recordar que las cumbres de jefes de estado de Iberoamérica hicieron posible la SEGIB y la iniciativa de la Cátedra de historia de Iberoamérica. Durante los últimos seis años, varias sedes de la OEI (Madrid, Bogotá y Lima) realizaron efectivamente la iniciativa de la “Cátedra itinerante de historia de las independencias”, cuya producción está a la vista en la red de historiadores iberoamericanos que hizo posible el efecto de la reunión (Madrid, diciembre de 2007) de historiadores iberoamericanos en la SEGIB, y la realización de una colección de publicaciones de alta calidad historiográfica y didáctica. Los estados normalmente administran con algún grado de dificultad sus iniciativas nacionales, pero la iniciativa de la construcción de una comunidad iberoamericana de naciones enfrenta las mismas dificultades de los frustrados propósitos del Congreso Anfictiónico de Panamá (1826).
En cuanto que son comunicaciones, las acciones conmemorativas pueden clasificarse en comunicaciones para ser leídas, para ser vistas o para ser oídas. Con esta clasificación podemos incluir las siguientes comunicaciones en la siguiente agenda conmemorativa general:

Comunicaciones para ser leídas:
Los historiadores son los primeros convocados a escribir las mejores representaciones históricas que deben ser leídas durante el siguiente quinquenio por el público ilustrado y por los estudiantes de todos los niveles educativos. Para ello, las universidades, las academias y las fundaciones culturales deben estimular las investigaciones históricas dirigidas a la publicación y a la divulgación de las mejores realizaciones de los historiadores profesionales y de los estudiantes de nivel de postgrado. Entre las acciones que conducen a la producción de comunicaciones para ser leídas se proponen las siguientes:
-Programas editoriales: colecciones de historias temáticas del bicentenario, reediciones de documentos seleccionados y de textos emblemáticos, colecciones de biografías de personalidades, cronologías, textos para las escuelas primarias o secundarias, etc.
-Congresos nacionales e internacionales, foros y coloquios sobre los temas de la independencia y los retos del destino nacional, en los que los historiadores son obligados a leer las comunicaciones que hacen avanzar la ciencia de la historia.
-Cátedras itinerantes sobre los temas del bicentenario, abiertas a los profesores en ejercicio y a comunicadores, financiadas por fundaciones culturales iberoamericanas y sus contrapartidas nacionales.
-Diplomados en independencias abiertos a la ciudadanía.
-Organización, digitalización y edición de fuentes consultables desde internet. En Colombia, un ejemplo de esta acción es el proyecto Memorias y Horizontes que patrocina la Gobernación de Antioquia.
-Programas universitarios de investigación histórica dirigidos a la producción de nuevas comunicaciones escritas relacionadas con los temas de las independencias. Dada la experiencia ya acumulada, se siguiere que en adelante las investigaciones sobre el período de las independencias se organicen por años y períodos y para todo el conjunto o parte de Iberoamérica, pero no por países individuales.
-Pasantías de investigación en archivos para historiadores profesionales interesados en producir nuevas comunicaciones relacionadas con los procesos de independencia.
-Becas de estudios de postgrado (master y doctorado) ofrecidas a los historiadores para completar la escritura de nuevas obras relacionadas con las independencias.
-Premios de ensayo histórico abiertos a los historiadores y a los comunicadores.
-Redacción y edición de una revista iberoamericana de los bicentenarios.
-Compilación y edición de un Diccionario crítico de los procesos de la independencia.
-Compilación y edición de la poética de las independencias.

Comunicaciones para ser vistas:
-Representaciones teatrales. En el caso de Colombia, hay que representar obras de teatro patrióticas en grandes escenarios. Entre las primeras obras republicanas pueden mencionarse Las siguientes: La Pola (José Domínguez Roche, 1820), La conspiración de septiembre (José María Samper, 1856), La madre de Pausanias y Catón de Utica (Luis Vargas Tejada, 1828), Atala y Guatimoc (José Fernández Madrid, 1822).
-Fiestas populares
-Exposiciones de documentos, prensa e iconografía de la independencia
-Exposiciones de obras de arte y de iconografías de la independencia
-Documentales conmemorativos en DVD para distribución personal y por los canales de la televisión nacional.
-Página Web internacional del Bicentenario que remita a todas las páginas Web nacionales relacionadas con el tema.
-Colección y reedición de películas iberoamericanas, en formato DVD, cuya temática sea el proceso de independencia.
-Edición de una cartografía de los procesos de la independencia
-Compilación y edición de las pinturas de las independencias (personajes, batallas, etc.).

Comunicaciones para ser oídas:

-Conciertos en fechas conmemorativas seleccionadas.
-Series de relatos históricos transmitidos por las radiodifusoras y las televisiones nacionales.
-Reediciones en CD de compilaciones de a música de la época de las independencias y de las guerras civiles.

Origen de la iniciativa de las acciones
Las iniciativas de las acciones conmemorativas pueden ser estatales o ciudadanas. Las acciones conmemorativas son, en primera instancia, acciones nacionales, pues el contenido iberoamericano de ellas depende de unos pocos actores que comparten ese proyecto de largo plazo llamado la Comunidad Iberoamericana de Naciones: los ministerios de educación y cultura, los jefes de estado, los historiadores inscritos en redes iberoamericanas, la Organización de Estados Iberoamericanos y la Secretaría General Iberoamericana.
En algunos países como Chile, Argentina y México primarán las iniciativas estatales, dado que ya cuentan con comisiones nacionales del bicentenario respaldadas por los poderes ejecutivos y las legislaturas. Un buen ejemplo es el Congreso de los diputados mexicanos, que manifestó como es “una equivocación política dejar pasar desapercibida la conmemoración bicentenaria, pues ella da pie a que el espíritu patrio una voluntades, forme una nueva conciencia nacional, se nutra con los valores de la historia, abreve en los ejemplos de los hombres que han construido el andamiaje social, económico, cultural y ciertamente, político del país”. En estos países serán construidos nuevos parques del bicentenario, se emprenderá la realización de obras de restauración de inmuebles de valor histórico, se construirán monumentos conmemorativos y se ejecutarán trabajos archivísticos y de conservación de patrimonios nacionales.
En otros países como Colombia, Perú y Ecuador se impondrán las iniciativas ciudadanas. Un buen ejemplo es el caso de Colombia, dada la singular deformación histórica que el Departamento Nacional de Planeación (Plan de desarrollo Visión Colombia 2019) le impuso a la Administración Uribe. A regañadientes, el gobierno nacional se ha limitado a asignar a la viceministra de cultura la función de coordinación mínima de los actos públicos del 2010. Esta circunstancia obliga a las academias de historia y a las universidades colombianas a empeñar acciones desde la iniciativa ciudadana. Por ello, la primera acción es organizar una reunión ciudadana para lanzar el compromiso de conmemorar el bicentenario durante el año 2010 y para presentar una agenda nacional de acciones conmemorativas del bicentenario.
Esta iniciativa ciudadana es interesante, por cuanto el contenido del mensaje conmemorativo queda libre de las políticas que portan los sesgos ideológicos de un grupo de legisladores que gestionen alguna ley de conmemoración, o de grupos políticos enfrentados por el control de las funciones ejecutivas o legislativas. La iniciativa de la convocatoria de esta reunión proviene de la Universidad Industrial de Santander, que el 1º de marzo de 2008 conmemora sus 60 años de existencia, y se ha invitado a varias academias de historia y a la universidad que por su importancia nacional debe comprometerse con la conmemoración bicentenaria de la independencia: la Universidad Nacional de Colombia en sus sedes de Bogotá y Medellín.

Bucaramanga, 25 de febrero de 2008

Invitados especiales:
Santiago Díaz Piedrahita, presidente de la Academia Colombiana de Historia
Miriam Jimeno, delegada del rector general de la Universidad Nacional de Colombia
Óscar Almario García, vicerrector de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín
Ana Catalina Reyes, decana de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.
Jaime Alberto Camacho Pico, rector de la Universidad Industrial de Santander
Armando Martínez Garnica, presidente de la Academia de Historia de Santander

[1] Alocución del presidente de la Cámara de Representantes el día de su receso. Bogotá. 9 de agosto de 1823. En Gaceta de Colombia, 101 (21 septiembre 1823).

[2] Un ejemplo de esos despachos es el siguiente: “Quartel General de Santafé á 16 de Agosto de 1819 ─ 9º. SIMÓN BOLIVAR, Presidente de la República, Capitán General de los Exércitos de Venezuela y de la Nueva Granada, etc., etc. A los Ministros del Tesoro Público. Acabo de prevenir a la Casa de Moneda trasladar a ese Tesoro, con las formalidades del estilo, toda la moneda llamada vulgarmente la India que existe en ella, para ocurrir a las urgencias del Estado. Dios guarde a VVs. muchos años. Bolívar”.
[3] Discurso del diputado de Casanare, 12 de junio de 1819. En: Correo del Orinoco, no. 34 (24 de julio de 1819).

3 comentarios:

  1. Hello. This post is likeable, and your blog is very interesting, congratulations :-). I will add in my blogroll =). If possible gives a last there on my blog, it is about the Celular, I hope you enjoy. The address is http://telefone-celular-brasil.blogspot.com. A hug.

    ResponderEliminar
  2. Mensaje anterior traducido.
    Hola. Este poste es agradable, y su blog es muy interesante, las felicitaciones:-). Agregaré en mi blogroll =). si es posible doy un último allí en mi blog, él estoy sobre el Celular, yo espero que usted goza. La dirección es http://telefone-celular-brasil.blogspot.com. Un abrazo.

    Respuesta:
    Muchisimas gracias a CELULAR por su mensaje enviado. Muy amable por sus palabras desde Brasil en torno a este sitio Web. Que Dios lo bendiga y le siga dando esa lucidez para ver las cosas buenas. Ojala continúe visitando otras secciones de http://bersoa.blogspot.com/
    atte Bernardo Socha Acosta, editor

    ResponderEliminar