Seguramente por motivos económicos o por el poco amor a la profesión escogida por su padre abandonó la cátedra en 1785 y se dedicó al comercio por las regiones vecinas a Popayán que le proporcionaron el ambiente de libertad y el aprovechamiento práctico de los conocimientos innatos y autodidactas ya que de aquellos quedaron notables trabajos como la determinación de la longitud midiendo los meridianos con la ayuda de las efemérides y fenómenos astronómicos como eclipses lunares, posición de satélites galileanos en Júpiter y ocultación de estrellas gracias a que, en 1799, obtuvo las lentes para construir un telescopio con el cual también pudo disfrutar de la vista de los anillos de Saturno. Posteriormente adquirió otro telescopio de mejor calidad.
Calculó la latitud y los azimutz de varios sitios. Construyó un reloj de sol, un cuadrante de 16 pulgadas de radio fabricado en madera; octantes, gnómones ( Relojes de sol dispuestos horizontalmente ) y barómetros.
Para medir la altura de lugares diseñó y construyó los hipsómetros. Elaboró mapas de la zona y describió la hidrografía y la orografía, incluyendo minas, así como también las corrientes climáticas. Confeccionó cartas astronómicas para cálculos de posición. Describió las costumbres, la práctica de la medicina y la arqueología local.
En 1797 la Cartografía local se enriqueció cuando levantó el mapa del Río Magdalena desde su nacimiento hasta Neiva.
El Virrey José de Ezpeleta, quien asumió el poder en 1789 cuando Caldas contaba con apenas 21 años de edad, admiró sus trabajos. El médico y jefe de la Expedición Botánica José Celestino Mutis también había mostrado interés por el genio de Caldas.
HUMBOLT Y CALDAS
1801 era la época de la Expedición Botánica impulsada por el Virrey José de Ezpeleta y el Arzobispo Antonio Caballero y Góngora con la cual se quería conocer el potencial de Biodiversidad de la América española para grandeza y esplendor de la corona. Probablemente, y también por razones económicas, su padre lo manda a Quito. Deja el observatorio casero y emprende viaje con el firme propósito de sacar provecho intelectual al conocer más territorio.
Y así fue como recorrió muchas regiones selváticas y cumbres heladas saciando poco a poco su acrecentada sed de conocimientos.
En ese año publicó el artículo “ Observaciones sobre la altura del Cerro de Guadalupe “ que fue conocido por Mutis en quien dejó grata impresión.
El 31 de Diciembre de 1801, a las once del día, según sus propias palabras, tuvo la fortuna de encontrarse en Ibarra con Alexander von Humboldt científico alemán dedicado a investigar la Biodiversidad Americana con las desarrolladas técnicas Europeas. Caldas era un ferviente admirador de su bagaje científico. Intercambiaron conceptos, compararon cálculos y en esa tertulia el barón valoró sus trabajos ponderándolos más que algunos de los suyos propios.
El teutón orientó a Caldas en Meteorología y Astronomía; le proporcionó tablas y catálogos, le enseñó cálculo, lo proveyó de un cuadrante y un octante con lo cual aumentó más la influencia sobre él. Antes de continuar su viaje le vendió un cuadrante de 18 pulgadas con un micrómetro. Este instrumento le ayudó a Caldas en la observación del solsticio de verano de 1802. Nuevamente confeccionó mapas usando comparativamente los eclipses de luna y sol y ocultaciones galileanas ( los cuatro satélites de Júpiter visibles con su telescopio ).
Aunque disímiles en su personalidad, ya que Humboldt era muy abierto y Caldas introvertido, aquél influyó mucho en la personalidad científica de este. A veces fue duro crítico de Caldas pero le reconocía su inteligencia y tesón en el desarrollo de sus trabajos y así en 1801 le envió una carta a José Celestino Mutis donde recomendaba al sabio para que fuese contratado y entrara a formar parte de su equipo investigador.
Caldas abrigó la esperanza de que Humboldt lo invitara a su viaje por el Perú, México y las Antillas pero le correspondió apurar su momento de amargura e inmensa frustración cuando el europeo no lo hizo. Se dice que Humboldt conoció al hijo del Marqués de Selvaalegre y prefirió viajar con él.
Tal vez Caldas cifró demasiadas expectativas, como en otros episodios de su vida, y no contó con la íntima y recia personalidad del barón.
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