-----------------------------Por Rafael Antonio Álvarez Salcedo
En el siglo XVIII, se iniciaron las reformas Borbónicas en todas las provincias de la Corte española en un esfuerzo por racionalizar la función pública modernizando el Estado con el fin de hacerlo más eficaz y competitivo. El objetivo principal eran las colonias Americanas ya que poseían abundantes y desconocidas materias primas agrícolas y minerales por explotar. El clima era favorable para que, en nombre del progreso científico, la Corona respaldara toda iniciativa que contribuyera al conocimiento moderno de sus territorios. Los jardines botánicos y las expediciones científicas fueron entonces numerosos como fuente de conocimiento.
La empresa fue idea del médico gaditano José Celestino Mutis quien la propuso en 1764 al Rey de España Carlos III. En ella intentaba convencerlo de crear una “ expedición destinada a producir honores a la nación, utilidad al público, extensión al comercio, ventajas a las ciencias, nuevos fondos al erario real y gloria inmortal a vuestra majestad ” .
El Arzobispo Virrey Antonio Caballero y Góngora la organizó en 1784, veinte años después de la propuesta de Mutis adelantándose a las instrucciones del rey quien había dado licencia a algunos investigadores Europeos ( Alexander von Humboldt, Aimée Bonplant ), para explorar científicamente las regiones de ultramar. La decisión del arzobispo Virrey nos da una muestra de su independencia carácter para enfrentar los deberes de la función pública sin consultas y contra la opinión timorata de algunos que la rechazaron. Demostró tino en el manejo político ya que, de todas maneras, su decisión agradaría al Rey gracias a las razones expuesta por Mutis y verdaderamente contribuiría a colmar todas las expectativas que ella generaba incluyendo su propia grandeza.
Así nació la expedición Botánica de la Nueva Granada, como parte de una idea moderna que conjugaba ciencia y comercio. Esta concepción dual utilitaria la entendió muy bien Caldas y la utilizó cuando clamaba por un patrocinio estatal para sus viajes. En carta a un amigo, desde Quito en Enero de 1802 se lee hacia su mitad : “ Si mi amor propio no me engaña, me parece que sacaría grande utilidad el Reyno entero si este me sostuviese en una correría semejante. El consulado de Cartagena que está encargado por S.M. de aumentar la agricultura y el comercio destos ( sic ) países, no podría auxiliarme…? “
José Celestino Mutis fue el Director de la Expedición Botánica a la cual se vincularon personalidades intelectuales de la época. Se destacaron como sus aventajados discípulos los nombres de Francisco José de Caldas, contratado en 1802, Eloy Valenzuela Mantilla, Francisco Antonio Zea , Jorge Tadeo Lozano, Sinforoso Mutis, Pedro Fermín de Vargas, Enrique Umaña y José María Cabal entre otros.
Grandes colecciones en maderas, conchas, minerales, animales, pieles, plantas, flores y otras cuidadosamente preservadas y científicamente clasificadas, mostraban la riqueza de este suelo. José Celestino Mutis admira el talento y el trabajo de Caldas así como el del Jefe de Minas José D´Elhuyart, padre del santafereño Luciano. Mutis envió a Caldas al Ecuador para hacer una investigación sobre la Quina , trabajo que duró cuatro años e incluyó una rica colección de plantas no clasificadas con las que conformó un formidable herbario enriquecido con minuciosas descripciones.
----------------------------------------------E--EN EL DIBUJIO VEMOS LA PASSIFLORA.
En 1803 Caldas observó los eclipses lunares y solares de Febrero y el tránsito de Mercurio el 9 de Noviembre. A través de Mutis adquirió un telescopio y un cronómetro con los cuales se dedicó a medir la latitud. Mantuvo una publicación de sus observaciones la que, a la postre, se perdió.
A la muerte de José Celestino Mutis en 1808, Caldas creyó que el sería el sucesor como Director de la Expedición Botánica pero aquél testó el cargo a su sobrino Sinforoso. Caldas siguió en la dirección del Observatorio, estudiando nuevas plantas en la Sabana de Bogotá y en la enseñanza de matemáticas elementales. Caldas defendió ardientemente la Expedición Botánica pero el Instituto fue clausurado en 1810. Se intentó reabrirlo en la presidencia de Jorge Tadeo Lozano con resultados negativos.